Pendientes para niños
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Mi hijo los lleva
Estoy totalmente de acuerdo con Vanessa. Me sorprende que en pleno siglo XXI aún nos llame la atención. Yo tengo dos hijos, un niño (3 años y medio) y una niña (6 meses).
Cuánto tuve a mi niño, yo le quería poner los pendientes, ya que me parece superbonito el llevarlos, pero ni mi marido ni las abuelas me dejaron... Con los años, yo erre que erre y a mi marido lo convencí medio-medio y a mi suegra casi del todo. Mi madre era un poco más reacia. Pero como tampoco surgía el ponerselos ni había oportunidad, pues quedó como un tema que salía de vez en cuando.
Pero cuando tuve a mi hija Claudia, fui a la farmacia a que se los hicieran y cuando se los pusieron y me la devolvieron, mire a mi hijo Pablo que estaba hay sentadito más mono que mono y dije ahora o nunca.
Lo cogí de la mano y a la chica de la farmacia que se los había puesto a mi hija, le dije que por favor, se los pusiera ahora también al niño.
Y ¡plis! y ¡plis!, un pequeño sustete, un poquito de morro y hay estaba mi niño más guapo que guapo con sus pendientitos de perla chiquitos. Los mismos que llevaba mi hija Claudia.
Cuando lo vio mi marido y las abuelas hubo un poco de revuelo... Pero a los días ya se habían acostumbrado. De hecho, las abuelas no hacen más que regalarle pendientes y dependiendo de a cuál voy a visitar, le tengo que poner unos u otros para que no se enfaden...
Y en el colegio, cero problemas. Se lo dije a la profesora, más que nada no fuera a estar molesto en las orejitas o algún niño por la novedad se los quisiera tocar, pero nada, como la seda. Aún más, la profesora me dijo que de vez en cuando, se encargaría ella de girarselos un poquito para que no se le peguen y se le hagan los agujeritos bien. Hasta mi hijo me decía todo contento y emocionado que la profe le miraba y tocaba los pendientes de vez en cuando.
Ahora me los pide él, siempre lleva puestos. Para el bautizo de mi hija, mi marido me hizo quitárselos, y monto un pollo mi hijo llorando y pataleando que quería llevar pendientes como yo y como la tata ... y como me lo imaginaba, y los llevaba en el bolso, pues se los puse en el coche y ya más contento que el chupillas 
. Y a la familia le encantó verlo así. Estaba monisimo.
Os he contado mi caso, porque me canso de oír prejuicios. Y mi experiencia no ha podido ser más positiva. Cuando me preguntan si me arrepiento de habérselos puesto aquel día, siempre digo que si, que se los tenía que haber puesto antes.
Un besito a todas, y si alguna está dudando de ponerselos a su niño. Que se los ponga. Eso si, en las dos orejitas, a mi gusto quedan más finos. En una sola lo encuentro un poco más de gamberrete de barrio. Soy un poco pijita, lo sé,
Gracias vanessa
La verdad es que la gente de puertas a dentro tiene muchos menos prejuicios de los que muestra de puertas a fuera. Si supieras la cantidad de madres que me han dicho que por ellas, se los pondrian a sus hijos mañana mismo, alucinarias... .
Recuerdo que en la farmacia, cuando se los pusieron, la chica que se los puso llamó a las otras dos compañeras farmacéuticas para que lo vieran. Diciendo, ¡mirar que cosa más linda!, ¡pero que bien le quedan!, y le decían a mi hijo con el espejo ¡mira, llevas pendientes, como nosotras! y se tocaban los suyos, ¡y como la mamá!, y me señalaban los míos. Y mi hijo, más contento que para que. Con las tres haciéndole carantoñas. ¡Vaya!, que ni siquiera cuando se los hicieron me tuve que ver una cara rara.
Lo importante es tomárselo con naturalidad y que él vea que aunque, seamos realistas, los pendientes los llevamos mayoritariamente las mujeres, los chicos cada vez se están sumando más al carro .
A uno de sus primos de 6 años, no creo que tarden mucho en ponérselos, están empeñados él y su madre , y a la abuela ya me la gané yo .
Simplemente es romper el tabú.
Gracias vanessa
La verdad es que la gente de puertas a dentro tiene muchos menos prejuicios de los que muestra de puertas a fuera. Si supieras la cantidad de madres que me han dicho que por ellas, se los pondrian a sus hijos mañana mismo, alucinarias... .
Recuerdo que en la farmacia, cuando se los pusieron, la chica que se los puso llamó a las otras dos compañeras farmacéuticas para que lo vieran. Diciendo, ¡mirar que cosa más linda!, ¡pero que bien le quedan!, y le decían a mi hijo con el espejo ¡mira, llevas pendientes, como nosotras! y se tocaban los suyos, ¡y como la mamá!, y me señalaban los míos. Y mi hijo, más contento que para que. Con las tres haciéndole carantoñas. ¡Vaya!, que ni siquiera cuando se los hicieron me tuve que ver una cara rara.
Lo importante es tomárselo con naturalidad y que él vea que aunque, seamos realistas, los pendientes los llevamos mayoritariamente las mujeres, los chicos cada vez se están sumando más al carro .
A uno de sus primos de 6 años, no creo que tarden mucho en ponérselos, están empeñados él y su madre , y a la abuela ya me la gané yo .
Simplemente es romper el tabú.
Mi hijo los lleva
Estoy totalmente de acuerdo con Vanessa. Me sorprende que en pleno siglo XXI aún nos llame la atención. Yo tengo dos hijos, un niño (3 años y medio) y una niña (6 meses).
Cuánto tuve a mi niño, yo le quería poner los pendientes, ya que me parece superbonito el llevarlos, pero ni mi marido ni las abuelas me dejaron... Con los años, yo erre que erre y a mi marido lo convencí medio-medio y a mi suegra casi del todo. Mi madre era un poco más reacia. Pero como tampoco surgía el ponerselos ni había oportunidad, pues quedó como un tema que salía de vez en cuando.
Pero cuando tuve a mi hija Claudia, fui a la farmacia a que se los hicieran y cuando se los pusieron y me la devolvieron, mire a mi hijo Pablo que estaba hay sentadito más mono que mono y dije ahora o nunca.
Lo cogí de la mano y a la chica de la farmacia que se los había puesto a mi hija, le dije que por favor, se los pusiera ahora también al niño.
Y ¡plis! y ¡plis!, un pequeño sustete, un poquito de morro y hay estaba mi niño más guapo que guapo con sus pendientitos de perla chiquitos. Los mismos que llevaba mi hija Claudia.
Cuando lo vio mi marido y las abuelas hubo un poco de revuelo... Pero a los días ya se habían acostumbrado. De hecho, las abuelas no hacen más que regalarle pendientes y dependiendo de a cuál voy a visitar, le tengo que poner unos u otros para que no se enfaden...
Y en el colegio, cero problemas. Se lo dije a la profesora, más que nada no fuera a estar molesto en las orejitas o algún niño por la novedad se los quisiera tocar, pero nada, como la seda. Aún más, la profesora me dijo que de vez en cuando, se encargaría ella de girarselos un poquito para que no se le peguen y se le hagan los agujeritos bien. Hasta mi hijo me decía todo contento y emocionado que la profe le miraba y tocaba los pendientes de vez en cuando.
Ahora me los pide él, siempre lleva puestos. Para el bautizo de mi hija, mi marido me hizo quitárselos, y monto un pollo mi hijo llorando y pataleando que quería llevar pendientes como yo y como la tata ... y como me lo imaginaba, y los llevaba en el bolso, pues se los puse en el coche y ya más contento que el chupillas . Y a la familia le encantó verlo así. Estaba monisimo.
Os he contado mi caso, porque me canso de oír prejuicios. Y mi experiencia no ha podido ser más positiva. Cuando me preguntan si me arrepiento de habérselos puesto aquel día, siempre digo que si, que se los tenía que haber puesto antes.
Un besito a todas, y si alguna está dudando de ponerselos a su niño. Que se los ponga. Eso si, en las dos orejitas, a mi gusto quedan más finos. En una sola lo encuentro un poco más de gamberrete de barrio. Soy un poco pijita, lo sé,
Mi hijo los lleva
Estoy totalmente de acuerdo con Vanessa. Me sorprende que en pleno siglo XXI aún nos llame la atención. Yo tengo dos hijos, un niño (3 años y medio) y una niña (6 meses).
Cuánto tuve a mi niño, yo le quería poner los pendientes, ya que me parece superbonito el llevarlos, pero ni mi marido ni las abuelas me dejaron... Con los años, yo erre que erre y a mi marido lo convencí medio-medio y a mi suegra casi del todo. Mi madre era un poco más reacia. Pero como tampoco surgía el ponerselos ni había oportunidad, pues quedó como un tema que salía de vez en cuando.
Pero cuando tuve a mi hija Claudia, fui a la farmacia a que se los hicieran y cuando se los pusieron y me la devolvieron, mire a mi hijo Pablo que estaba hay sentadito más mono que mono y dije ahora o nunca.
Lo cogí de la mano y a la chica de la farmacia que se los había puesto a mi hija, le dije que por favor, se los pusiera ahora también al niño.
Y ¡plis! y ¡plis!, un pequeño sustete, un poquito de morro y hay estaba mi niño más guapo que guapo con sus pendientitos de perla chiquitos. Los mismos que llevaba mi hija Claudia.
Cuando lo vio mi marido y las abuelas hubo un poco de revuelo... Pero a los días ya se habían acostumbrado. De hecho, las abuelas no hacen más que regalarle pendientes y dependiendo de a cuál voy a visitar, le tengo que poner unos u otros para que no se enfaden...
Y en el colegio, cero problemas. Se lo dije a la profesora, más que nada no fuera a estar molesto en las orejitas o algún niño por la novedad se los quisiera tocar, pero nada, como la seda. Aún más, la profesora me dijo que de vez en cuando, se encargaría ella de girarselos un poquito para que no se le peguen y se le hagan los agujeritos bien. Hasta mi hijo me decía todo contento y emocionado que la profe le miraba y tocaba los pendientes de vez en cuando.
Ahora me los pide él, siempre lleva puestos. Para el bautizo de mi hija, mi marido me hizo quitárselos, y monto un pollo mi hijo llorando y pataleando que quería llevar pendientes como yo y como la tata ... y como me lo imaginaba, y los llevaba en el bolso, pues se los puse en el coche y ya más contento que el chupillas . Y a la familia le encantó verlo así. Estaba monisimo.
Os he contado mi caso, porque me canso de oír prejuicios. Y mi experiencia no ha podido ser más positiva. Cuando me preguntan si me arrepiento de habérselos puesto aquel día, siempre digo que si, que se los tenía que haber puesto antes.
Un besito a todas, y si alguna está dudando de ponerselos a su niño. Que se los ponga. Eso si, en las dos orejitas, a mi gusto quedan más finos. En una sola lo encuentro un poco más de gamberrete de barrio. Soy un poco pijita, lo sé,
